Sierra & Tierra: El Racismo Se Respira

Por Javier Sierra

Durante décadas, el movimiento de justicia medioambiental ha defendido que la contaminación es una forma más de racismo. Ahora, un estudio de la Universidad de Minnesota contundentemente prueba con datos y cifras esta la dolorosa realidad.

El reporte concluye que, más que cualquier otro, la raza es el factor determinante en los niveles de contaminación a los que está expuesta cualquier comunidad del país. Los investigadores llegaron a la conclusión que las minorías étnicas respiran un 46% más de dióxido de nitrógeno (NO2)—una sustancia tóxica procedente de la combustión del carbón y el petróleo— que los blancos no hispanos.

Y lo que es más preocupante para los hispanos: nosotros estamos entre las comunidades que peor aire respiran.

“Esto es terrible”, dice Kim Wasserman-Nieto, ganadora del Goldman Prize, el “Nóbel” de la ecología, y héroe de la justicia medioambiental. “Estas son las realidades a las que se enfrenta nuestra comunidad cada día. Y la situación no mejora. Somos los que menos contaminación generamos y los que más sufrimos su impacto”.


Wasserman-Nieto Goldman Prize
Wasserman-Nieto frente a una de la plantas de carbón en el Sur de Chicago que ella ayudó a clausurar (Foto: Goldman Prize)

El NO2 —el cual causa asma, otras enfermedades respiratorias y males cardíacos— se mide en partes por millón (ppm). Entre los blancos no hispanos, la exposición es de 9.9 ppm. Entre nosotros es de 15.6 ppm y entre los hispanos negros de 17.4 ppm, la más alta.

Wasserman-Nieto, también directora de organización y estrategia de LVEJO, el grupo de justicia medioambiental en el Sur de Chicago que lleva años peleando contra los contaminadores, indica que el estudio deja claro los costos reales del carbón y el petróleo.

“Nuestras comunidades están empezando a darse cuenta de la verdadera gravedad de este problema”, dice. “Ya estamos viendo evidencia concreta de cómo la industria de los combustibles fósiles está impactando a nuestra gente”.

El estudio descubre también algo que Wasserman-Nieto califica de “astronómico”. Al comparar blancos de bajos ingresos con hispanos de altos ingresos, éstos resultaron estar expuestos a mayores niveles de NO2.

“Tuve que leer esa frase tres o cuatro veces porque no me lo podía creer”, dice. “¿A dónde vamos a ir? La calidad del aire es igualmente horrible en todas nuestras comunidades”.

La razón, explican los autores, radica en el hecho de que los norteamericanos tienden a vivir agrupados según su condición étnica, y en nuestros barrios estamos todos mucho más expuestos a altos niveles de NO2.

Otro factor importante es la proximidad de nuestros hogares a las autopistas, lo que Wasserman-Nieto llama “corredores tóxicos”, ya que la gasolina y el diésel son las mayores fuentes de NO2.

Según un estudio de los Centros de Control de Enfermedades, más de 5 millones de personas de color viven cerca de estas carreteras, especialmente en el Sur de California.

Esto quedó corroborado hace unos días por el informe anual de la Asociación Nacional Pulmonar, el cual determinó una vez más que las ciudades con el peor aire del país están principalmente en el Sur de California, donde reside la mayor concentración de hispanos.

El estudio de la Universidad de Minnesota subraya la magnitud de esta injusticia indicando que si todos estuviéramos expuestos a los mismos niveles de NO2 que los blancos, cada año se evitarían 7,000 muertes prematuras por males cardíacos.

“Realmente espero que, especialmente para los hispanos de clase media, esto sea una señal de alarma, no solo para ser activos políticamente sino también para apoyar a los grupos locales que están luchando por mejorar esta situación”, concluye Wasserman-Nieto.

Ese sería un gran paso para acabar con este racismo que se respira.

Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Sígalo en Twitter @javier_SC