La próxima megatormenta de California/The Coming California Megastorm

Adaptado al español por Fabián Capecchi del artículo original de Raymond Zhong publicado en The New York Times. 

California, donde los terremotos, las sequías y los incendios forestales han moldeado  la vida durante generaciones, también enfrenta la creciente amenaza de otro tipo de calamidad, cuya furia se sentiría en todo el estado.

Pero esta vez caerá del cielo.

Según una nueva investigación, es muy probable que se forme un temporal de invierno en el Pacífico, cerca de Hawái. Nadie sabe exactamente cuándo, pero de la vasta extensión de aire tropical alrededor del ecuador, las corrientes atmosféricas arrancarán un largo aro de vapor de agua y lo llevarán hacia la costa oeste.

Esta columna de vapor será enorme, de cientos de millas de ancho y más de 1.200 millas de largo, y estará formada por vientos feroces. Llevará tanta humedad que si se convierte toda en agua, su flujo sería aproximadamente 26 veces mayor que el agua que el río Mississippi descarga en el Golfo de México.

Cuando este torpedo de humedad llegue a California, chocará contra las montañas y será impulsado hacia arriba. Esto enfriará su carga útil de vapor y dará inicio a semanas y olas de lluvia y nieve.

La supertormenta que los californianos han temido durante mucho tiempo habrá comenzado.

En siglos pasados, grandes lluvias inundaron la costa del Pacífico, y fuertes tormentas en las últimas décadas han causado estragos y ruina. Pero, debido al cambio climático, ahora será peor que cualquier otra en la memoria viva.

La supertormenta que se avecina, en realidad es una procesión rápida de lo que los científicos llaman ríos atmosféricos, será la prueba definitiva para las represas, diques y desvíos que California ha construido para controlar el poder de la naturaleza.

Pero en un estado donde la escasez de agua ha sido durante mucho tiempo el problema existencial, el calentamiento global no solo está empeorando las sequías y los incendios forestales. Debido a que el aire más cálido puede contener más humedad, los ríos atmosféricos pueden transportar mayores cargas de precipitación. Los estándares de diseño de infraestructuras, los mapas de lugares peligrosos y los planes de respuesta a desastres que protegieron a California de las inundaciones en el pasado pronto podrían quedar obsoletos.

A medida que los humanos queman combustibles fósiles y calientan el planeta, vamos aumentando las posibilidades cada año de que California experimente una megatormenta estatal de esta gravedad durante un mes, según un nuevo estudio publicado. La tormenta hipotética visualizada aquí se basa en un modelo de computadora de este estudio (solo en inglés).

En las próximas décadas, si las temperaturas promedio globales aumentan otros 1,8 º Fahrenheit, o 1 º Celsius, y las tendencias actuales sugieren que así será, entonces la probabilidad de tales tormentas aumentará aún más, de casi 1 al 30 por ciento.

Al mismo tiempo, también aumentará el riesgo de megatormentas que son más raras pero aún más fuertes, con aguaceros mucho más feroces.

Estas son posibilidades alarmantes. Pero la evidencia geológica sugiere que occidente ha sido golpeado anteriormente por inundaciones cataclísmicas varias veces durante el último milenio, y el nuevo estudio proporciona la visión más avanzada hasta el momento de cómo está evolucionando esta amenaza en la era del calentamiento global causado por el hombre.

Los investigadores consideraron específicamente tormentas hipotéticas que son extremas pero realistas, y que probablemente afectarían los preparativos para las inundaciones de California. Según sus hallazgos, las poderosas tormentas que antes no se esperaba que ocurrieran en una vida humana promedio se están convirtiendo rápidamente en tormentas con riesgos significativos de ocurrir durante el mismo lapso que tiene una hipoteca de vivienda.

“Tuvimos suerte de evitarlo en el siglo XX”, dijo Daniel L. Swain, científico climático de la Universidad de California en Los Ángeles, quien preparó el nuevo estudio con Xingying Huang del Centro Nacional de Investigación Atmosférica en Boulder, Colorado. “Me sorprendería mucho evitar que ocurra en el siglo XXI”.

A diferencia de un terremoto gigante, el otro "Grande" que amenaza a California, una supertormenta fluvial atmosférica no se acercará sigilosamente al estado. Los pronosticadores ahora pueden detectar los ríos atmosféricos entrantes con cinco días a una semana de anticipación, aunque no siempre sabrán exactamente dónde golpearán o cuán intensos serán.

Usando los hallazgos del Dr. Huang y el Dr. Swain, California espera estar lista incluso antes. Con la ayuda de supercomputadoras, los funcionarios estatales planean trazar un mapa de cómo toda esa precipitación se abrirá camino a través de los ríos y la tierra. Buscarán lagunas en los planes de evacuación y los servicios de emergencia.

La última vez que las agencias gubernamentales estudiaron una megainundación hipotética en California, hace más de una década, estimaron que podría causar $725 mil millones en daños a la propiedad y trastornos económicos. Eso fue tres veces las consecuencias proyectadas de un fuerte terremoto de la falla de San Andrés y cinco veces el daño económico que produjo el huracán Katrina, que dejó gran parte de Nueva Orleans bajo el agua durante semanas en 2005.

“La madre naturaleza no tiene la obligación de esperarnos”, dijo Michael Anderson, climatólogo del estado de California.

De hecho, la naturaleza no ha perdido el tiempo probando las defensas de California. Y cuando se trata de riesgos para el sistema de agua, el dióxido de carbono en la atmósfera no es el único enemigo del estado.

En el Sierra Club esperamos que tomemos conciencia de la seriedad del peligro que el mundo está corriendo. Y que redoblemos esfuerzos para evitar que estos eventos ocurran, trabajando unidos para lograr que la crisis climática pueda ser menos feroz. Sin embargo, de ocurrir, las comunidades deben estar informadas y tomar precauciones, pues esta es una lucha que nos involucra a todos y solo unidos podremos mitigar las consecuencias