Escondido en las páginas secundarias de un periódico, un pequeño artículo nos advirtió por primera vez de los peligros de las emisiones de combustibles sucios. “[La quema de carbón] tiende a hacer del aire una manta más efectiva para que la tierra aumente su temperatura. Los efectos pueden ser considerables en unos siglos”, advirtió. ¿Cuándo se publicó? En agosto de 1912, en el Rodney and Otamatea Times de Nueva Zelanda.
La ciencia ha demostrado esta predicción centenaria por décadas, solo para que la industria de combustibles sucios y sus esbirros en el poder la ignoren una y otra vez. Las consecuencias han sido catastróficas, para su salud, su bolsillo, y sobre todo, la atmósfera del planeta.
Un estudio publicado en The Lancet revela que la contaminación, especialmente la procedente de los combustibles sucios, causó 9 millones de muertes prematuras en el planeta en 2019, una de cada seis.
“La contaminación es la mayor amenaza existencial a la salud humana y planetaria”, dijo Phil Landrigan, uno de los autores del reporte. “Prevenir la contaminación también desacelera el cambio climático y nuestro informe además recomienda una transición rápida y masiva a la energía limpia y renovable”.
El reporte actualiza uno similar de datos de 2016 y confirma otro de un consorcio liderado por la Universidad de Harvard que llegó a conclusiones muy similares en 2018. Estados Unidos es el único país industrializado entre los 10 peores del estudio, con un total de casi 143.000 muertes prematuras anuales. Recordemos que nosotros los latinos y otras comunidades de color sufrimos desproporcionadamente los efectos de la contaminación y la crisis climática que origina.
Mientras tanto, las petroleras nadan en ganancias en medio de esta emergencia climática aprovechándose de la desestabilización geopolítica causada por la invasión rusa de Ucrania. Las familias latinas del país sufren con especial intensidad los efectos de la codicia de las petroleras, viendo que las ganancias en el primer trimestre del año de Shell fueron $9.100 millones; BP, $6.200 millones; Chevron, $6.200 millones, y ExxonMobil, $5.500 millones.
Este vendaval de ganancias vuela en pedazos el velo verde que las petroleras usan en público como truco de relaciones públicas. Un estudio de OilChange International reveló que pese a sus promesas de adherirse a las reducciones climáticas del Acuerdo de París, ocho de las mayores petroleras del mundo están involucradas en más de 200 proyectos de expansión que agregarán emisiones equivalentes a las de casi 80 nuevas plantas de combustión de carbón.
La industria de combustibles sucios gana sus batallas de vez en cuando, pero sabe que sus días están contados. Más y más trabajadores de este rubro de la economía la abandonan conscientes de que contribuyen a una crisis planetaria que amenaza el futuro de la humanidad, y la industria cada vez encuentra más problemas para encontrarles substitutos.
Por otro lado, la energía limpia y renovable avanza sin cesar. En 2021 la humanidad instaló 168 GW de energía solar, superando por novena vez consecutiva el récord mundial y este año se espera que instale más de 200 GW por primera vez.
Todos los ojos están en el Presidente Biden y los demócratas del Congreso para que finalmente aprueben un presupuesto de reconciliación que invierta en la energía limpia y la acción climática, al mismo tiempo que se aseguren de la equidad económica y la justicia ambiental.
Porque nos enfrentamos a la mayor amenaza existencial de la humanidad.
‘The Largest Existential Threat’ to Humanity
Hidden in the back pages of a small newspaper, a tiny article first warned us about the perils of dirty fuel emissions. “[The burning of coal] tends to make the air a more effective blanket for the earth and to raise its temperature. The effects may be considerable in a few centuries,” it wisely alerted us. When was it written? In August of 1912, in the Rodney and Otamatea Times of New Zealand.
Science has been proving this century-old, dire prediction right for decades, only for the dirty energy industry and its lackeys in power to ignore it time and again. The consequences have been catastrophic, for our health, our wallet, and above all, for the planet’s atmosphere.
A study published by The Lancet found that pollution, especially the one coming from fossil fuels, inflicted 9 million premature deaths on humanity in 2019, one out of every six deaths.
“Pollution is still the largest existential threat to human and planetary health and jeopardizes the sustainability of modern societies,” said co-author Philip Landrigan. “Preventing pollution can also slow climate change, and our report calls for a massive, rapid transition away from all fossil fuels to clean, renewable energy.”
The report updates a similar one from 2016 and confirms another one led by Harvard University researchers with very similar conclusions from 2018. The US is the only industrialized country among the top 10 in the recent report, with a total of almost 143,000 premature deaths a year. Remember, we Latinos and other communities of color disproportionately suffer the impact of pollution and the climate crisis it causes.
Meantime, Big Oil is swimming in profits in the middle of a planetary emergency taking advantage of the Russian invasion of Ukraine. Latino families suffer the consequences of this greed with special intensity, all the while in the first three months of the year, Shell raked in $9.1 billion in profits; BP, $6.2 billion; Chevron, $6.2 billion, and ExxonMobil, $5.5 billion.
This profit windfall blows away the green veil the industry publicly wears as a PR gambit. A report by OilChange International revealed that regardless of the industry’s promises to adhere to the Paris Agreement’s climate commitments, eight of the world’s largest oil companies are involved in more than 200 new expansion projects that would add greenhouse gas emissions equivalent to those of 80 new coal-burning plants.
The dirty energy industry wins some battles but it knows its days are numbered. More and more of its workers are abandoning it, aware of the fact that they contribute to a planetary emergency that threatens humanity’s future, and the industry finds ever more problematic to replenish its workforce.
On the other hand, the clean and renewable industry keeps growing fast. In 2021, humanity installed 168 GW of solar energy, breaking the annual world record for the ninth time in a row, and this year it’s expected to install more than 200 GW for the first time ever.
All eyes are on President Biden and Congress to finally pass a budget reconciliation bill that invests in clean energy and climate action, while ensuring economic equity and environmental justice for all.
Because we all face humanity’s largest existential threat.