Una Gran Victoria, pero la Lucha Continúa/A Great Victory, But the Fight Goes On

Llevo casi 25 años peleando por el futuro de nuestro clima y una biosfera viable. Finalmente, el Congreso Federal aprobó la mayor inversión en acción climática de la historia de Estados Unidos.

La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) fue dramáticamente aprobada por ambas cámaras por la mínima sin un solo voto republicano. La legislación—con un presupuesto climático de $369.000 millones—incluye inversiones en el clima, la justicia ambiental, la energía limpia, los buenos empleos, y una crucial reducción del 40% de las emisiones climáticas para 2030.

En concreto, la iniciativa invertirá cientos de miles de millones en créditos fiscales para la energía solar y eólica, el transporte público limpio, la descarbonización de edificios y la industria de energía limpia—todos rubros que emplean a millones de trabajadores latinos. Según la GreenBlue Alliance, la legislación creará más de 9 millones de empleos en la próxima década, incluyendo 5 millones en el fomento de la economía de energía limpia, 900.000 en la industria de energía limpia y 150.000 en la justicia ambiental que tanto necesita nuestra comunidad.  

También de gran importancia para los latinos es que la IRA incluye recursos para que comunidades en primera línea de la contaminación limpien décadas de polución y financien proyectos de energía limpia.  

La legislación, sin embargo, también trae una pesada carga de proyectos de energía sucia, abriendo 20 millones de acres de terrenos y 600 millones de aguas públicos a la explotación de petróleo y gas en los próximos 10 años. Esto es particularmente preocupante para comunidades castigadas por la contaminación en el Golfo de México. Estas zonas de sacrificio no tienen cabida en una legislación climática.

Esto prueba la enorme influencia que durante décadas la industria de combustibles fósiles ha ejercido en Washington y el público en general. Un documental de la BBC muestra la catastrófica efectividad que firmas de relaciones públicas, financiadas por la industria de energía sucia, han tenido en enturbiar el debate sobre la crisis climática usando las mismas tácticas que las tabaqueras usaron para ocultar la letalidad de sus productos. Hoy, todos estamos pagando las consecuencias de esta campaña de engaños.

Pero ahora nadie puede ocultar que estamos en una emergencia planetaria y que la energía limpia es la solución del problema. Según la influyente Agencia Internacional de Energía, los proyectos de energía solar más avanzados generan “la electricidad más barata de la historia” y agrega que pese al espectacular incremento en la generación de energía solar, la economía mundial tiene que realizar esfuerzos sin precedentes para limitar el calentamiento global a menos de 1,5 grados centígrados.

El abaratamiento de la energía renovable es generalizado.Según un estudio de la Agencia Internacional de Energía Renovable, el costo de este sector ha descendido un 71% desde 2010. La firma TransitionZero concluye que ahora es más barato pasar del carbón a las renovables que del carbón al gas. Y un reporte de Stanford University indica que el mundo puede adoptar un 100% de energía renovable y recuperar su inversión en solo seis años.

Aún así, solo tenemos que abrir la ventana para concienciarnos de que vivimos en una emergencia climática. Un informe de The Guardian advierte que el calentamiento global está fomentando el clima extremo en todo el mundo a “una velocidad asombrosa”. “El análisis de cientos de estudios”, agrega”, “demuestra sin lugar a dudas que las emisiones de carbono de la humanidad están empujando al clima a extremos desastrosos”.

Todos los que se se han opuesto a la acción climática por décadas deben hacerse esta pregunta: ¿Estoy dispuesto a decirle a mis hijos que han nacido una generación demasiado tarde?

Yo desde luego que no. La lucha continúa.

(English)

A Great Victory, But the Fight Goes On

I have been fighting for our climate and a viable biosphere for almost 25 years. And finally, in 2022, the US Congress passed the largest climate investments in the history of the United States.

The Inflation Reduction Act (IRA) was dramatically approved in both chambers without one single Republican vote. The legislation—with a climate budget of $369 billion—includes investments in environmental justice, clean energy, family-sustaining jobs, and a crucial 40-percent reduction of climate emissions by 2030.

The legislation will invest hundreds of billions of dollars in tax credits for clean energy like solar and wind, clean transportation, decarbonized buildings, and clean manufacturing here in the US—all sectors of the economy that employ millions of Latino workers. According to the BlueGreen Alliance, the IRA will create 9 million jobs in the next decade, including 5 million in fostering clean energy, 900,000 in the clean energy industry, and 150,000 in environmental justice, which we Latinos so desperately need.

Also of great importance for Latinos is the fact that the IRA includes resources for frontline communities to clean up decades of pollution and to finance clean energy projects.

The legislation, however, also contains a heavy burden of dirty energy projects, opening up 20 million acres of public lands and 600 million acres of federal waters to oil and gas exploitation over the next 10 years. This is of particular concern to frontline communities like those in the Gulf South that have long been disproportionately affected by fossil fuel pollution. Sacrifice zones have no place in a climate bill. Moreover, it imposes great obstacles for the development of solar and wind on those lands and waters.

This is but one more example of the enormous influence the fossil fuel industry has imposed on Washington and the public at large. A recent BBC documentary showcases the catastrophic sway PR firms, funded by the dirty energy industry, have had in “seeding doubt everywhere” about the climate crisis by using the same tactics the tobacco industry used to hide the lethality of its products. Today, we all are paying the price of this deception campaign.

But now no one can hide that we are living in a planetary emergency and that clean energy is the solution to this crisis. According to the influential International Energy Agency, the most advanced solar projects around the world generate “the cheapest electricity in history,” but adds that to achieve global zero emissions will require “unprecedented” efforts from every part of the world economy.

Yet much cheaper clean, renewable energy is widespread. According to an International Renewable Energy Agency study, the overall costs of the sector have plunged by 71 percent since 2010. The firm TransitionZero concludes that now it’s cheaper to transition from coal to renewables than from coal to gas. And a Stanford University report indicates that the world can adopt 100 percent renewable energy and recover its investment in only six years.

We only have to open the window to realize that we live in a climate emergency. A report sponsored by The Guardian warns that global heating is fostering extreme climate worldwide at “astonishing speed.” “The analysis of hundreds of scientific studies,” it adds, “demonstrates beyond any doubt how humanity’s vast carbon emissions are forcing the climate to disastrous new extremes.”

All those who have opposed climate action for decades must ask themselves the following question: “Am I ready to tell my children they were born a generation too late?”

I am most definitely not, because the fight continues.