Un Momento de Movilización/A Movement Moment

Foto Cortesía de Jonathon Berman

(English follows)

Estamos viviendo en medio de un torbellino. Todo comenzó con el dolor y la rabia ocasionads por las muertes de George Floyd, Breonna Taylor, Tony McDade, Nina Pop, Rayshard Brooks y tantos otros negros a manos la policía. Y se ha convertido en un momento de movilización, un momento en que las posibilidades de un cambio significativo se están abriendo por todas partes.

Este movimiento tiene raíces profundas, así como antiguas. Mientras ha habido personas negras en este país, ha habido resistencia. En los últimos siete años, el Movimiento por las Vidas Negras se ha organizado en todo el país para exigir el fin de la violencia policial y la supremacía blanca. Y ahora, estamos nuevamente en un momento de profundo luto, dolor y rabia, pero que también conlleva la posibilidad de un cambio transformador.

El Sierra Club se compromete a cumplir con las demandas que exige este momento. Movilizamos a nuestros miembros y personal para participar en las manifestaciones masivas de “Juneteenth” en todo el país. Agregamos nuestras voces para apoyar las demandas del Movimiento por las Vidas Negras: desmilitarizar y desfinanciar  a la policía, invertir en comunidades negras y sacar a Donald Trump de su cargo. Nuestra Junta Directiva  aprobó la semana pasada unirse oficialmente a la plataforma del movimiento.

Como en muchos aspectos de este movimiento, estas demandas pueden parecer sin precedentes o radicales. ¿De dónde vino este empuje para desfinanciar la policía? ¿Y por qué lo apoya el Sierra Club?

 Proviene de reconocer que los problemas con la policía no se pueden resolver mediante reformas parciales o deshaciéndose de "algunas manzanas podridas". Todo el barril, todo el sistema, está podrido. Tenemos que cambiar nuestras prioridades y pasar del castigo y el encarcelamiento a la inversión en cosas que realmente mantienen a las comunidades seguras, como la educación, una vivienda digna, acceso a sistemas de salud apropiados, y acceso a la naturaleza y a espacios abiertos y recreativos que traen beneficios de salud mental que tanto hacen falta. Ese cambio en las prioridades tendrá que ir acompañado de un cambio en el presupuesto. Imagine un mundo donde siempre tuviéramos suficiente dinero para mantener espacios verdes y el transporte público, porque un tercio del presupuesto de nuestra ciudad ya no se destinaría a militarizar a la policía.

Parte de la misión del Sierra Club es luchar por comunidades seguras y saludables, y esto incluye la seguridad contra la violencia policial. Por varios años, hemos sentado las bases para apoyar este momento a través de compromisos y cambios en nuestras prácticas y la asignación de recursos a este tipo de programa. Nuestra junta directiva aprobó nuestra primera política de justicia ambiental en el 1993 y una serie de principios sobre justicia ambiental en el 2001.  En el 2014, el Sierra Club adoptó los Principios de Jémez para la Organización Democrática, como nuestra metodología organizativa. Nos comprometimos también a centrar nuestro trabajo en la solidaridad, construyendo relaciones justas entre nosotros.  Y el año pasado, nos alineamos con la Plataforma Climática Nacional Equitativa y Justa, un conjunto de políticas para poner fin a la crisis climática y lograr la justicia racial y económica.

Lo que está sucediendo ahora puede parecer sin precedentes. Pero no lo es. Es una extensión y una profundización del trabajo que durante mucho tiempo ha sido central para el Sierra Club: comprender las intersecciones entre la justicia ambiental y la justicia racial, y trabajar para combatir ambos. Incluso después de que termine este torbellino, y las protestas masivas dejen de ocurrir casi a diario, seguiremos haciendo este trabajo.

Porque sabemos que no podemos ganar sin derrotar a la supremacía blanca. No puedo decirlo mejor que nuestro director estratégico de asociaciones, Hop Hopkins: "La lucha contra la crisis climática fracasa si existen zonas ‘sacrificables’, las zonas sacrificables requieren de personas ‘desechables’, y no se puede categorizar a una persona como ‘desechable’ sin racismo".   

Confío en que muchos de ustedes estarán activos dentro de sus propias comunidades para exigir que su gobierno local redirija los fondos de la militarización de la fuerza policial a los servicios sociales que previenen la violencia y el racismo y que promueva la inversión en las comunidades negras y las poblaciones desatendidas. Cuento con ustedes como aliados en nuestra lucha por la equidad y la justicia, con el entendimiento de que esta pelea es la única forma en que podemos cumplir con nuestra misión de explorar, disfrutar y proteger el planeta en beneficio de todos, no solo de unos pocos privilegiados.

(English)

A Movement Moment

We are living in a whirlwind. It began in grief over the deaths of George Floyd, Breonna Taylor, Tony McDade, Nina Pop, Rayshard Brooks, and so many other Black people by police. And it’s become a movement moment,  a time when possibilities for meaningful change are opening up everywhere.  

This movement has deep roots. As long as there have been Black people in this country, there has been resistance. Over the past seven years, the Movement for Black Lives has organized across the country to demand an end to police violence and white supremacy. And now, we are once again in a moment of deep pain and rage and grief -- but one that also carries the possibility of transformative change.

The Sierra Club is committed to meeting this moment. We mobilized our members and staff to take part in massive Juneteenth rallies across the country. We added our voices to support the Movement for Black Lives’s demands: Defund the police, invest in Black communities, and get Donald Trump out of office. The board officially signed on to their platform late last week.   

Like so much in this moment, these demands might seem unprecedented or radical. (Although I’m sure we can all get behind the last one). Where did this push to defund the police come from? And why is the Sierra Club supporting it? 

It comes from recognizing that the problems with policing can’t be solved through piecemeal reforms or getting rid of “a few bad apples.” The whole barrel -- the whole system -- is rotten. We have to shift our priorities away from punishment and incarceration and toward investment in the things that actually keep communities safe, like high-quality education and housing, access to nature’s healing benefits, and mental health services. That shift in priorities will have to be accompanied by a shift in spending. Imagine a world where we always had enough money to maintain green space and public transit, because a third of our city’s budget no longer went straight into policing. 

Part of the Sierra Club's mission is to fight for safe and healthy communities -- and this includes safety from police violence. We’ve laid the groundwork to show up in this moment through decades of commitments and shifts in practices and resource allocation. The board adopted its first environmental justice policy in 1993, and a set of environmental justice principles in 2001. In 2014, we signed on to the Jemez Principles, which outlined a new way of operating. We committed to a focus on working in solidarity and building just relationships among ourselves. And just last year, we aligned ourselves with the Equitable and Just National Climate Platform, a set of policies to end the climate crisis and achieve racial and economic justice. 

What’s happening now may seem unprecedented. But it’s not. It’s an extension and a deepening of the work that’s long been central to the Sierra Club -- understanding the intersections between environmental justice and racial justice -- and working to combat both. Even after this whirlwind ends, and mass protests cease to be near-daily occurrences, we will still be doing this work. 

Because we know we can’t win without defeating white supremacy. I can’t say it any better than our strategic director of partnerships, Hop Hopkins: “You can’t have climate change without sacrifice zones, and you can’t have sacrifice zones without disposable people, and you can't have disposable people without racism.”  

I trust that many of you will be active within your own communities to demand that your local government redirect funding from the militarization of the police force into social services that prevent violence and racism and investment in Black communities and underserved populations. I count on you as allies in our struggle for equity and justice, with the understanding that this struggle is the only way that we can live up to our mission to explore, enjoy, and protect the planet for the benefit of everyone -- not just the privileged few.    

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Ramón Cruz es  presidente de la Junta Directiva del Sierra Club y  experto en política y defensa medioambiental. Previamente sirvió como subdirector de la agencia reguladora del medio ambiente en Puerto Rico.

Ramón Cruz is the president of the Sierra Club Board of Directors and an environmental policy and advocacy expert. Previously, he served as deputy director of Puerto Rico's environmental regulatory agency.