Los estadounidenses deberían prestar atención a la red eléctrica de Puerto Rico / Americans Should Be Paying Attention to Puerto Rico’s Power Grid

Adaptado al español por Gretchen Fournier de un artículo publicado en vox.com

Los 3.1 millones de residentes de Puerto Rico se encontraron en medio de un apagón deprimentemente familiar en toda la isla esta semana a raíz del huracán Fiona. Se ha restablecido parte de la energía, pero 1.1 millones de clientes todavía están a oscuras. 

El apagón se produjo en el quinto aniversario de la llegada del huracán María, una tormenta que dejó heridas aún abiertas en todo Puerto Rico. Los peligros de un apagón masivo y la probabilidad de que vuelva a ocurrir fueron claros con cada temporada de tormentas desde María, si bien un huracán puede ser una fuerza de la naturaleza, el alcance y la duración de los cortes de energía resultantes dependen de la preparación y la respuesta del gobierno. La red eléctrica de Puerto Rico estuvo en mal estado durante años antes de que María tocara tierra y permaneció así antes de Fiona. Este ni siquiera fue el primer apagón en toda la isla este año.
 

“Es una tragedia que la mayoría de los puertorriqueños vieron venir”, dijo Luis Martínez, director del sureste del programa climático y de energía limpia del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales. “No se ha hecho lo suficiente para estabilizar el sistema desde María”. ¿Por qué?

A pesar de los miles de millones de dólares asignados para reforzar la red eléctrica de Puerto Rico y las ambiciones de reconstruir y repensar su sistema energético, aún persisten los mismos obstáculos que dejaron la red en un estado frágil: burocracia, mala gestión, inversión insuficiente y la dificultad inherente de transmitir energía en una isla.

La situación de Puerto Rico puede ser extrema, pero las redes eléctricas en los EE.UU. también han estado fluctuando últimamente, con condiciones climáticas extremas que empujan la demanda a niveles récord mientras reducen la producción de electricidad, sobre todo en California y Texas. Estas vulnerabilidades están a punto de crecer a medida que las temperaturas promedio continúan aumentando debido al cambio climático, lo que lleva a un calor más extremo y eventos de lluvia más severos.

Teniendo esto en cuenta, los apagones de Puerto Rico son una advertencia importante de lo que podría pasar en otros lugares si no se aborda el cambio climático y los proveedores de energía siguen estancados en sus antiguas formas de hacer negocios.

Arreglar la red eléctrica de Puerto Rico es una tarea difícil

Los desafíos energéticos de Puerto Rico comienzan con su geografía. Debido a sus recursos limitados, el territorio importa todo el combustible necesario para operar sus principales centrales eléctricas. El gas natural proporciona el 44 por ciento de la electricidad de la isla, el petróleo el 37 por ciento, el carbón el 17 por ciento y las energías renovables el 3 por ciento.

Dado que el combustible es importado, la mayoría de las plantas de energía de Puerto Rico están cerca de la costa, con la más grande de ellas ubicada a lo largo de la costa sur. Pero los principales consumidores de energía, incluida la capital, San Juan, están en el norte de la isla. Eso requiere que las líneas de transmisión de energía atraviesen el centro montañoso, creando lo que se llaman “cuellos de botella” que son vulnerables al clima extremo y difíciles de alcanzar para reparar.

Las tormentas no son la única amenaza. Puerto Rico sufrió un terremoto en 2020 que dañó sus dos centrales eléctricas más grandes y las obligó a desconectarse durante meses. Esto dejó a la isla al borde de los apagones, esto demuestra cómo la generación de energía concentrada en unas pocas áreas puede generar problemas que se extienden por toda la red.

No ayudó que la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), la empresa de servicio público de energía de Puerto Rico, ya estaba en bancarrota cuando María golpeó la isla. La dependencia de Puerto Rico del combustible importado, particularmente del petróleo, dejó a la AEE vulnerable a las conmociones del mercado internacional: el aumento de los precios del combustible a lo largo de los años significó que la compañía gastara más en mantener sus centrales eléctricas en funcionamiento y mucho menos de lo necesario para mantener las líneas de transmisión y las subestaciones en buen estado. 

La ayuda federal para la reconstrucción después de María también tardó en llegar. FEMA asignó $28 mil millones para proyectos de recuperación en Puerto Rico, pero solo $5.3 mil millones de ese dinero se utilizó antes que llegara Fiona. Muchas de las propuestas para hacer que la red eléctrica de la isla sea más resistente aún no se habían implementado.

En 2020, una empresa privada llamada LUMA Energy asumió la tarea de operar el sistema de transmisión de energía de Puerto Rico. Pero también se ha enfrentado a críticas por su bajo rendimiento y al mismo tiempo por el aumento de los precios de la electricidad. Los apagones continuaron bajo LUMA, lo que provocó protestas en toda la isla el año pasado.

La transición a las energías renovables ya está en marcha, pero no se distribuye de manera uniforme

En 2019, el gobierno del territorio aprobó la Ley de Política Pública Energética de Puerto Rico, que puso fin al monopolio de la AEE, fijó una fecha límite de 2028 para eliminar gradualmente la energía del carbón y exigió que la isla obtenga el 40 por ciento de su electricidad de fuentes renovables para 2025 y el 100 por ciento para 2050.

Grupos como Queremos Sol, están ayudando a abogar por esta transición en la isla. Las propuestas incluyen acercar la producción de energía al lugar donde se usa, minimizar la dependencia de la transmisión a larga distancia, así como fragmentar la red de distribución en microrredes para que un apagón en un área no se extienda por toda la isla. También quieren más inversión en financiamiento para ayudar a los residentes de bajos ingresos a obtener herramientas como paneles solares y baterías para garantizar una energía más confiable.
 

Al mismo tiempo, los puertorriqueños que pueden costear la energía solar ya lo están haciendo, y algunos se desconectan por completo de la red. Pero eso significa que las empresas de servicios públicos tienen que distribuir los costos de la energía entre menos clientes, lo que obliga a que los precios suban para los que menos pueden pagarla. La población de Puerto Rico también ha disminuido durante la última década, y María aceleró esa tendencia.

“Creo que Puerto Rico debe ser muy cuidadoso sobre cómo va a hacer la transición para no impactar a las personas menos afortunadas en la isla”, dijo Martínez.

Puerto Rico no está solo al enfrentar estos desafíos. Una tormenta de invierno en 2021 en Texas provocó no solo apagones extensos, sino también facturas energéticas para algunos clientes de hasta $17.000. A principios de este mes, los californianos recibieron un mensaje de texto urgente para que redujeran el uso de energía y así evitar apagones, ya que la demanda de electricidad alcanzó un nivel récord durante una ola de calor. La red eléctrica de EE.UU. es mucho más frágil de lo que muchos creen. Repararla requerirá no solo equipo, sino una forma de compartir la carga de manera equitativa.


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