Fertilizantes orgánicos hechos con restos de insectos / Organic fertilizers made from insect remains

Adaptación al español por Fabián Capecchi del artículo original de Emma Bryce publicado en la revista Anthropocene

Todos estamos al tanto de la trágica guerra entre Rusia y Ucrania, y todo el horror que la guerra trae, lo que no sabemos son las muy graves consecuencias que tendrá para toda la humanidad. ¿Por qué? Porque no solo Ucrania es el mayor productor de trigo del mundo, sino que Rusia y Bielorrusia, ambas sujetas a sanciones comerciales, son los mayores productores de nutrientes de potasa y fosfato, ingredientes clave en los fertilizantes que permiten el crecimiento de plantas y cultivos como la soja y el maíz.

La mitad de la población mundial obtiene alimentos gracias al uso de fertilizantes... y sin ellos  el rendimiento de algunos cultivos, se verá reducido en un 50%, lo que incidirá en el costo de los alimentos.

Muchos fertilizantes se fabrican con energía proveniente de los combustibles fósiles los cuales han subido de precio duplicando el precio de los fertilizantes. Quizás esta terrible crisis sea una nueva oportunidad para detener la producción de fertilizantes hechos con combustibles fósiles y cambiar definitivamente a una más ecológica y renovable.

Un fertilizante orgánico

La proteína de insectos cultivados, como los gusanos de la harina, los grillos y las moscas soldado negras, ofrece una solución al creciente desafío de cómo alimentar al ganado de manera sostenible: estas criaturas, de rápido crecimiento y uso eficiente de los recursos, producen rápidamente toneladas de proteína, sin los insumos costosos y dañinos necesarios para producir cereales o hierba para la alimentación.

Pero en el camino, también generan una gran cantidad de desechos: arrojan toneladas de exoesqueletos (las cascaritas de sus cuerpos)  llamados "exuviae" y excretan una potente mezcla de heces y comida no digerida conocida como guano o excrementos de insectos.

Un grupo de investigadores ha argumentado que deberíamos reciclar esta montaña de material de desecho disponible y regresarla al suelo para ayudar a nuestros cultivos. Al mejorar la salud del suelo y aumentar los nutrientes, la mezcla de desechos de insectos en el suelo de las tierras de cultivo podría incluso limitar la necesidad de fertilizantes y pesticidas químicos contaminantes.

El excremento de los insectos es rico en nitrógeno, por lo que agregar esta mezcla nutritiva al suelo proporcionaría una fuente directa de nutrientes para las plantas. Pero incorporar estos desechos al suelo también podría nutrir las plantas a largo plazo, a través de una serie de interacciones complejas y fascinantes con los microorganismos. 

Agregar subproductos de insectos a las tierras de cultivo aumentaría el contenido orgánico del suelo, lo que impulsará el crecimiento de un rico cóctel de bacterias y otras, muchas de las cuales son beneficiosas para las plantas. Por ejemplo, la investigación muestra que agregar ‘exuvias’ de gusanos de la harina al suelo fomenta el crecimiento abundante de una clase de bacterias particularmente beneficiosas que se instalan en las raíces de las plantas y desde allí las ayudan a combatir los patógenos y las plagas. Estas bacterias también ayudan a las plantas produciendo hormonas que promueven el crecimiento y proporcionándoles nutrientes como hierro y fósforo.

También hay evidencia preliminar que sugiere que cuando estas bacterias canalizadoras de nutrientes reciben un flujo constante de desechos de insectos, pueden hacer que las plantas sean más productivas al ayudarlas a producir flores más grandes y coloridas para una mayor polinización.

Las ‘exuvias’ de insectos también contienen una rica reserva de quitina, un polímero que se sabe que mejora la salud del suelo y activa las defensas incorporadas de las plantas contra las enfermedades. Las plantas tienen problemas para procesar este polímero en su forma cruda. Pero el aumento de material orgánico de insectos en el suelo también da soporte a una variedad de especies de bacterias que descomponen convenientemente la quitina y desbloquean sus ingredientes para los cultivos, lo que subraya las ventajas simultáneas que podrían surgir de fortificar el suelo agrícola con desechos de insectos.

Pero la evidencia que hay hasta ahora apunta de manera prometedora a la capacidad de este flujo de desechos emergente para estimular la actividad microbiana y, por lo tanto, respaldar el crecimiento, las defensas y la resiliencia de las plantas, y posiblemente incluso impulsar mayores rendimientos. Colectivamente, estos beneficios “pueden reducir el uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos y, por lo tanto, respaldar la producción de cultivos sostenibles”, escriben los investigadores.

“Los productos derivados de insectos representan una gran oportunidad para mejorar la productividad de los cultivos dentro de la agricultura circular”.

La carrera contra la degradación del ambiente y el uso de químicos es una de las principales preocupaciones del Sierra Club, pues ambas conducen a empeorar la crisis climática. La propuesta de un fertilizante orgánico abundante y renovable que no contamine el suelo ni los alimentos resulta muy interesante.

 

ENGLISH TRANSLATION

Organic fertilizers made from insect remains

We are all aware of the tragic war between Russia and Ukraine, and all the horror that the war brings, what we do not know is the very serious consequences that it will have for all humanity. Why? Because not only Ukraine is the world's largest producer of wheat, but Russia and Belarus, both subject to trade sanctions, are the largest producers of nutrients such as potash and phosphate, key ingredients in fertilizers that allow the growth of plants and crops such as soybean and corn.

Half of the world's population obtains food thanks to the use of fertilizers... and without them the yield of some crops will be reduced by 50%, which will affect the cost of food.

The price of the world's main fertilizers has doubled or tripled in the last year.

Many fertilizers are made with energy from fossil fuels, which have risen in price, doubling the price of fertilizers. But perhaps this terrible crisis is a new opportunity to stop the production of fertilizers made with fossil fuels and definitively switch to a more ecological and renewable one.

An organic fertilizer

Farmed insect protein such as mealworms, crickets, and black soldier flies offers a solution to the growing challenge of how to sustainably feed livestock: fast-growing and resource-efficient, these creatures rapidly produce tons of protein, without the costly and damaging inputs required to produce grain or grass for feed. 

But along the way, they also generate a massive amount of waste—shedding tons of crispy exoskeletons called ‘exuviae’, and excreting a potent mix of feces and undigested food known as ‘frass’.

A group of researchers have argued that we should recycle this mountain of available waste material and return it to the soil to help our crops. By improving soil health and increasing nutrients, mixing insect waste into farmland soil could even limit the need for polluting chemical fertilizers and pesticides.

Insect droppings are rich in nitrogen, so adding this nutritious mix to the soil would provide a direct source of nutrients for plants. But incorporating these wastes into the soil could also nourish plants in the long term, through a series of complex and fascinating interactions with microorganisms.

Adding insect byproducts to farmland would increase the soil's organic content, fueling the growth of a rich cocktail of bacteria and others, many of which are beneficial to plants. For example, research shows that adding mealworm 'exuviae' to soil encourages the abundant growth of a class of particularly beneficial bacteria that take up residence in plant roots and from there help them fight off pathogens and pests . These bacteria also help plants by producing hormones that promote growth and by providing them with nutrients such as iron and phosphorus.

There is also preliminary evidence to suggest that when these nutrient-channeling bacteria receive a steady stream of insect waste, they can make plants more productive by helping them produce larger, more colorful flowers for increased pollination.

Insect exuviae also contain a rich store of chitin, a polymer that’s known to boost soil health and to trigger plants’ inbuilt defenses against disease. Plants have trouble processing this polymer in its raw form. But the uptick of insect organic material in the soil also happens to support a range of bacteria species that will conveniently break down chitin and unlock its ingredients for crops—underscoring the simultaneous advantages that could come from fortifying agricultural soil with insect waste. 

But what evidence there is so far points promisingly to the capacity of this emerging waste stream to stimulate microbial activity, and thereby support plant growth, defenses and resilience, and possibly even jumpstart higher yields. Collectively, these benefits “may reduce the use of synthetic pesticides and fertilizers and thereby support sustainable crop production,” the researchers write. 

“Insect-derived products represent a tremendous opportunity to enhance crop productivity within circular agriculture.”

The race against the degradation of the environment and the use of chemicals is one of the main concerns of the Sierra Club, as both lead to worsening the climate crisis. The proposal of an abundant and renewable organic fertilizer that does not contaminate the soil or food is very interesting.