La reforestación está en auge pero ¿podría ayudar o dañar al planeta / Tree Planting Is Booming. Here’s How That Could Help, or Harm, the Planet?

Adaptación de Gretchen Fournier del artículo de Catrin Einhorn publicado en The New York Times.

Un árbol plantado por cada camiseta o botella de vino comprada o por cada tarjeta de crédito deslizada. Árboles sembrados para cumplir compromisos globales y por empresas tratando de reforzar su compromiso con la sostenibilidad.

A medida que la crisis climática se profundiza, las empresas y los consumidores se unen a organizaciones sin fines de lucro y gobiernos en un esfuerzo global de reforestación. El año pasado se plantaron miles de millones de árboles a través de todo el mundo. Estos esfuerzos pueden ser una triple victoria, primero brindando medios de vida, luego absorbiendo y encerrando el dióxido de carbono que calienta el planeta y por último mejorando la salud de los ecosistemas.

Pero cuando no se hacen correctamente, los proyectos pueden empeorar los problemas que estaban destinados a resolver. Plantar los árboles equivocados en el lugar equivocado puede reducir la biodiversidad, acelerar las extinciones y hacer que los ecosistemas sean menos resistentes.

Hablar sobre la pérdida de biodiversidad, que ya es una crisis global similar al cambio climático, es cada vez más urgente ya que las tasas de extinción están aumentando y se estima que un millón de especies están en riesgo de desaparece-r, muchas en cuestión de décadas. Además el colapso del ecosistema no solo amenaza a los animales, las plantas-y pone en peligro los suministros de alimentos y agua de los que dependen los humanos.

En medio de ese empeoramiento de la crisis, las empresas y los países están invirtiendo cada vez más en la plantación de árboles que cubren grandes áreas con especies comerciales no nativas al entorno en nombre de la lucha contra el cambio climático. Estos árboles absorben carbono, pero brindan poco apoyo a la biodiversidad en esas áreas. Según entrevistas con una variedad de científicos, expertos en políticas, empresas forestales y organizaciones dedicadas a la reforestación, no todos están de acuerdo sobre lo que es "correcto". Para algunos, son grandes fincas de árboles que ayudan a almacenar carbono y madera y para otros, es proporcionar árboles frutales a los pequeños agricultores. Los mejores esfuerzos intentan abordar una variedad de necesidades, según los expertos pero puede ser difícil conciliar intereses encontrados.

'Hacer daño en nombre de hacer el bien'

No hay suficiente terreno en la Tierra para enfrentar el cambio climático solo sembrando árboles, pero si se combinan con recortes drásticos en los combustibles fósiles, los árboles pueden ser una solución natural importante. Absorben dióxido de carbono y lo almacenan en sus ramas y troncos (aunque los árboles también liberan carbono cuando se queman o se pudren). Esa capacidad de recolectar CO2 es la razón por la cual los bosques a menudo se denominan sumideros de carbono.

Para lograr el cero emisiones, las empresas deben eliminar al menos la misma cantidad de carbono del aire que liberan. Pero los científicos advierten que el plan puede ser un ejemplo de uno de los peores tipos de esfuerzos de forestación: plantar árboles donde no se encontrarían originalmente. Estos proyectos pueden devastar la biodiversidad, amenazar los suministros de agua e incluso aumentar las temperaturas porque, en algunos casos, los árboles absorben el calor que los pastizales —o, en otras partes del mundo, la nieve— reflejan.

Quienes estudian la restauración forestal enfatizan que los árboles no son una panacea. “Me temo que muchas corporaciones y gobiernos ven esto como una salida fácil”, dijo Robin Chazdon, profesor de restauración de bosques tropicales en la Universidad de Sunshine Coast en Australia. "Piensan que no necesariamente tienen que trabajar tan duro para reducir sus emisiones porque simplemente pueden decir: 'Oh, estamos compensando plantando árboles'". 

Todos los árboles almacenan carbono, pero sus otros beneficios varían ampliamente según la especie y el lugar donde se plantan. El eucalipto, por ejemplo, crece rápido y recto, lo que lo convierte en un producto maderero lucrativo. Originario de Australia y algunas islas al norte, sus hojas alimentan a los koalas pero en África y América del Sur, donde los árboles se cultivan ampliamente para obtener madera, combustible y, cada vez más, almacenamiento de carbono, brindan mucho menos valor a la vida silvestre. También se les culpa por agotar el agua y empeorar los incendios forestales.

Los expertos reconocen que la restauración forestal y atrapar carbono son complejos y que las especies comerciales tienen un papel que desempeñar. La gente necesita madera, un producto renovable con una huella de carbono más baja que el hormigón o el acero. Además de papel y combustible para cocinar. Plantar especies que crecen rápido a veces puede ayudar a preservar los bosques nativos circundantes y al agregar estratégicamente especies nativas, las fincas de árboles pueden ayudar a la biodiversidad creando corredores de vida silvestre para unir áreas de hábitat antes desconectadas. Un desafío es que ayudar a la biodiversidad no ofrece el retorno financiero del almacenamiento de carbono o los mercados de madera. 

Muchos gobiernos han establecido estándares para los esfuerzos de reforestación, por ejemplo en Kenia y Brasil, hileras de eucaliptos crecen en tierras que alguna vez fueron sabanas y bosques ricos en biodiversidad. En Perú, una empresa llamada Reforesta Perú está plantando árboles en tierras amazónicas degradadas, pero utiliza cada vez más eucaliptos y teca, destinados a la exportación.

Cuando las empresas prometen plantar un árbol por cada compra de un producto determinado, normalmente lo hacen a través de grupos sin fines de lucro que trabajan con comunidades de todo el mundo. El apoyo puede reforestar después de incendios forestales o proporcionar árboles frutales y de nueces a los agricultores, pero incluso estos proyectos pueden comprometer la biodiversidad.

El planeta es el hogar de casi 60.000 especies de árboles, y alrededor de un tercio está en peligro de extinción, principalmente debido a la agricultura, el pastoreo y la explotación, según un informe reciente. Pero a nivel mundial, solo una pequeña fracción de las especies se planta ampliamente, según grupos de reforestación y científicos.

“Están plantando las mismas especies en todo el mundo”, dijo Meredith Martin, profesora asistente de silvicultura en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, quien descubrió que los esfuerzos de plantación de árboles en los trópicos tienden a priorizar las necesidades de subsistencia de las personas sobre la biodiversidad o el almacenamiento de carbono. Con el tiempo, dijo, estos esfuerzos corren el riesgo de reducir la biodiversidad en los bosques.

Los grupos sin fines de lucro dedicados a la reforestación a menudo dicen que plantan especies no nativas porque las comunidades locales las solicitan. Pero un compromiso más profundo puede generar una historia diferente, cuando se les da la oportunidad de considerar lo que quieren lograr en sus tierras, los agricultores recordarán, por ejemplo, que cuando tenían más árboles, también tenían arroyos, dijo. Quieren que les devuelvan el agua. Y cuando se les pregunta qué tipo de especies de árboles son adecuadas para devolver el agua al ecosistema mencionan una amplia gama de árboles autóctonos.

Pero un obstáculo importante para lograr esto es la falta de suministro en los bancos de semillas locales, que tienden a estar dominados por especies comerciales populares. Algunos grupos trabajan con este problema pagándole a la gente para que recolecte semillas de los bosques cercanos. Y otra solución, dicen los expertos, es dejar que los bosques florezcan por sí solos. Si el área está ligeramente degradada o se encuentra cerca de un bosque existente, un método llamado regeneración natural puede ser más económico y efectivo. El simple hecho de cercar ciertas áreas del pastoreo a menudo permitirá que los árboles regresen, con la captura de carbono y la biodiversidad incorporadas.

La naturaleza sabe mucho más que nosotros y nunca nos debe caber duda al respecto.

En el Sierra Club apoyamos los esfuerzos de reforestación que no solo ayudan a combatir el cambio climático si no que integran a las comunidades en la toma de decisiones que se reflejarán en cambios positivos para todos los que las habitan.

 

English Translation

A tree planted for every t-shirt or bottle of wine purchased or for every credit card swiped. Trees planted to fulfill global commitments and by companies trying to reinforce their commitment to sustainability.

As the climate crisis deepens, businesses and consumers are joining nonprofits and governments in a global reforestation effort. Last year billions of trees were planted throughout the world. These efforts can be a triple win, first by providing livelihoods, then by absorbing and locking in planet-warming carbon dioxide, and lastly by improving the health of ecosystems.

But when not done correctly, projects can make the problems they were designed to solve worse. Planting the wrong trees in the wrong place can reduce biodiversity, accelerate extinctions, and make ecosystems less resilient.

Talking about biodiversity loss, already a global crisis similar to climate change, is becoming more urgent as extinction rates are rising and an estimated one million species are at risk of disappearing-r, many in question. of decades. Furthermore, ecosystem collapse not only threatens animals, plants—and endangers the food and water supplies that humans depend on.

In the midst of this worsening crisis, companies and countries are increasingly investing in planting trees that cover large areas with non-native commercial species in the name of fighting climate change. These trees absorb carbon, but provide little support for biodiversity in those areas. According to interviews with a variety of scientists, policy experts, forestry companies, and reforestation organizations, not everyone agrees on what is "right." For some, it is large tree farms that help store carbon and wood and for others, it is to provide fruit trees to small farmers. The best efforts try to address a variety of needs, experts say, but it can be difficult to reconcile competing interests.

'Doing harm in the name of doing good'

There is not enough land on Earth to tackle climate change by planting trees alone, but combined with drastic cuts in fossil fuels, trees can be an important natural solution. They absorb carbon dioxide and store it in their branches and trunks (although trees also release carbon when they burn or rot). That ability to collect CO2 is why forests are often called carbon sinks.

To achieve zero emissions, companies must remove at least as much carbon from the air as they release. But scientists warn that the plan may be an example of one of the worst kinds of afforestation efforts: planting trees where they would not originally be found. These projects can devastate biodiversity, threaten water supplies and even raise temperatures because, in some cases, trees absorb heat that grasslands—or, in other parts of the world, snow—reflect.

Those who study forest restoration emphasize that trees are not a panacea. "I'm afraid a lot of corporations and governments see this as an easy way out," said Robin Chazdon, professor of tropical forest restoration at the University of the Sunshine Coast in Australia. "They think they don't necessarily have to work as hard to reduce their emissions because they can just say, 'Oh, we're offsetting by planting trees.'"

All trees store carbon, but their other benefits vary widely depending on the species and where they are planted. Eucalyptus, for example, grows fast and straight, making it a lucrative timber product. Native to Australia and some islands to the north, its leaves feed koalas but in Africa and South America, where the trees are widely grown for wood, fuel and, increasingly, carbon storage, they provide much less value to agriculture. wild life. They are also blamed for depleting water and making wildfires worse.

Experts acknowledge that forest restoration and carbon sequestration are complex and that commercial species have a role to play. People need wood, a renewable product with a lower carbon footprint than concrete or steel. In addition to paper and fuel for cooking. Planting fast-growing species can sometimes help preserve surrounding native forests, and by strategically adding native species, tree farms can help biodiversity by creating wildlife corridors to link previously unconnected habitat areas. One challenge is that helping biodiversity does not offer the financial return of carbon storage or timber markets.

Many governments have set standards for reforestation efforts, for example in Kenya and Brazil, rows of eucalyptus trees grow on land that was once biodiverse savannah and forest. In Peru, a company called Reforesta Peru is planting trees on degraded Amazonian land, but is increasingly using eucalyptus and teak, destined for export.

When companies promise to plant a tree for every purchase of a certain product, they typically do so through nonprofit groups that work with communities around the world. Support can reforest after wildfires or provide fruit and nut trees to farmers, but even these projects can compromise biodiversity.

The planet is home to nearly 60,000 species of trees, and around a third are in danger of extinction, mainly due to agriculture, grazing and exploitation, according to a recent report. But globally, only a small fraction of species are widely planted, according to reforestation groups and scientists.

“They are planting the same species all over the world,” said Meredith Martin, an assistant professor of forestry at North Carolina State University, who has found that tree-planting efforts in the tropics tend to prioritize the subsistence needs of people about biodiversity or carbon storage. Over time, he said, these efforts risk reducing biodiversity in forests.

Non-profit reforestation groups often say they plant non-native species because local communities request them. But deeper engagement can make for a different story. When given the opportunity to consider what they want to achieve on their land, farmers will remember, for example, that when they had more trees, they also had streams, he said. They want their water back. And when asked what kind of tree species are suitable for returning water to the ecosystem, they mention a wide range of indigenous trees.

But a major obstacle to achieving this is a lack of supply in local seedbanks, which tend to be dominated by popular commercial species. Some groups work around this problem by paying people to collect seeds from nearby forests. And another solution, experts say, is to let the forests flourish on their own. If the area is slightly degraded or close to existing forest, a method called natural regeneration may be cheaper and more effective. Simply fencing off certain areas from grazing will often allow trees to return, with carbon sequestration and biodiversity built in.

Nature knows much more than we do and we should never have any doubts about it.

At Sierra Club we support reforestation efforts that not only help combat climate change but also integrate communities in decision-making that will be reflected in positive changes for all who inhabit them.