La Pregunta del Siglo/The Question of the Century

(English follows)

Esta es la historia de una conspiración a gritos. Un nuevo libro titulado “Los Papeles del Petróleo” revela los orígenes del movimiento negacionista climático fomentado por su más generoso financiero, Charles Koch y su imperio de combustibles fósiles.

El autor, Geoff Dembicki, tuvo acceso a cientos de documentos confidenciales que revelan cómo “las compañías petroleras han estado mintiendo al público desde al menos 1959” sobre el cambio climático. Dembicki se centra en una conferencia organizada en 1991 por el Cato Institute—fundado y financiado por Koch—para tratar de contrarrestar la entonces creciente alarma mundial sobre el desastroso efecto de los combustibles fósiles en la atmósfera.

“Podemos ver que en el futuro cercano nuestra industria estará sitiada”, escribió Lew Ward, un ejecutivo petrolero y allegado de Koch. “No vamos a permitir que eso ocurra”.

La conferencia incluyó a varios científicos dispuestos a negar la evidencia y presentar al resto de la comunidad científica como un movimiento alarmista y a la industria como una víctima inocente de conclusiones climáticas infundadas. La conferencia en general negó la existencia de la crisis climática o la presentó como “gestionable” o incluso “beneficiosa”.

El evento resultó ser extremadamente exitoso, ya que sentó los cimientos del negacionismo, estableciendo la estrategia de usar a académicos a sueldo dispuestos a confrontar el consenso científico mundial, y a los medios de comunicación para confundir y engañar al público.

Tras 30 años de dependencia de combustibles fósiles, la humanidad enfrenta ahora una emergencia planetaria que amenaza la existencia misma de nuestra especie. La nueva edición de “La Cuenta Atrás” de la revista científica The Lancet compila las opiniones de casi 100 expertos y 51 instituciones, con la siguiente conclusión: “La salud de la población mundial está a merced de una persistente adicción a los combustibles fósiles”.

El informe indica que los impactos del calor extremo agravado por la crisis climática “incluyen condiciones exacerbadas como enfermedades cardiovasculares y respiratorias que causan golpes de calor y mala salud mental”, además de problemas de embarazo y muerte prematura. También advierte que el clima extremo pone bajo enorme presión a la agricultura mundial, indicando que casi 100 millones de personas ya sufren de malnutrición, desnutrición o hambruna.

“La crisis climática nos está matando”, dijo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres en respuesta al reporte de Lancet. “Está socavando no solo la salud de nuestro planeta, sino la salud de las personas en todas partes, por medio de aire tóxico, menos seguridad alimentaria, alto riesgo de brotes de enfermedades infecciosas, calor extremo, sequías, inundaciones y más”.

Esta emergencia climática también castiga a nuestro mundo natural. Por primera vez, la temporada de pesca del cangrejo en Alaska tuvo que ser cancelada tras descubrirse la desaparición de miles de millones de ejemplares, un descenso del 90% de su población. La Agencia Federal de los Océanos (NOAH) indicó que “al tiempo que los océanos se calientan y el hielo desaparece del mar, las aguas alrededor de Alaska se hacen inhóspitas para la especie”.

Es importante saber que la dependencia de los combustibles fósiles es posible gracias a sus poderosos aliados políticos. Esta industria es uno de los mayores contribuyentes al Partido Republicano, la más poderosa fuerza política negacionista del mundo.

Igualmente importante es que los votantes del mundo nos hagamos la pregunta del siglo: ¿De qué lado están nuestros políticos y representantes, de la industria de energía sucia cuyo plan comercial incluye la destrucción de la atmósfera de la que todos dependemos, o de un planeta vibrante y saludable en el que puedan prosperar futuras generaciones?

Depende de todos nosotros.

(English)

The Question of the Century

This is the story of a loud conspiracy. A new book titled “The Petroleum Papers” reveals the origins of the climate denial movement fostered by its most generous financier, Charles Koch and his fossil fuel empire.

Author Geoff Dembicki had access to hundreds of confidential documents that reveal “how oil companies have been lying to the public since at least 1959” about climate change. Dembicki focuses on a 1991 conference organized by the Cato Institute—personally founded and financed by Koch—to counter the then growing international alarm about the disastrous effects of fossil fuels on the planet’s atmosphere.

“We can look down the road a little way and see an industry under siege,” one member of the Koch network, an oil executive from Oklahoma named Lew Ward, predicted during this period. “We are not going to let that happen.”

The conference featured several academics willing to deny the evidence and portray the rest of the scientific community as an alarmist movement and the industry as an innocent victim of unfounded climatic conclusions. The event in general denied the existence of climate change or interpreted it as “manageable” and even “beneficial.”

The conference turned out to be extremely successful, as it set the foundations of climate denialism, establishing the strategy of using paid academics eager to confront the international scientific consensus, and the news media to confound and mislead the public.

After more than 30 years of fossil fuel dependency, humanity now faces a planetary emergency that threatens the very existence of our species. In the 2022 edition of its report “The Lancet Countdown,” the publication compiled the opinions of almost 100 experts and 51 institutions arriving at the following conclusion: “The health of the peoples of the world is at the mercy of a persistent dependency on fossil fuels.”

The report indicates that the impacts of extreme heat aggravated by the climate crisis “include exacerbating conditions such as cardiovascular and respiratory diseases, and causing heat stroke and poor mental health,” as well as pregnancy complications and premature death. It also warns that extreme climate is putting world agriculture under huge stress, indicating that almost 100 million people around the world, especially the most vulnerable communities, suffer from malnutrition, undernourishment or famine,

“The climate crisis is killing us,” said UN Secretary General Antonio Guterres about the report. “It is undermining not just the health of our planet, but the health of people everywhere, through toxic air pollution, diminishing food security, higher risks of infectious disease outbreaks, record extreme heat, drought, floods and more.”

This climate emergency also punishes our natural world. For the first time, the snow crab fishing season had to be canceled in Alaska after the disappearance of billions of them, a dramatic decrease of 90 percent of its population. The NOAH office in Alaska reported that “as oceans warm and sea ice disappears, the ocean around Alaska is becoming inhospitable for the species.”

It’s important to be aware of the fact that our fossil fuel dependency would be impossible without the industry’s powerful political allies. This industry is one of the major contributors to the Republican Party, the world’s most powerful climate-change denying political force.

It’s equally important for the voters of the world to ask ourselves the question of the century. What side are our politicians and elected officials on, the side of a dirty energy industry whose business model includes the destruction of the atmosphere we all depend on, or the side of a livable, healthy planet where future generations can thrive and prosper?

It’s up to all of us.